martes, 1 de septiembre de 2015

Atkins


Esa noche me desperté a las tres de la mañana, después de semanas de quinoa, chia, ginkgo biloba, pescado al vapor, duros brócolis y coliflores, aguas de uso hechas con canela, albahaca, siempreviva, ayuno con té de limón, sopa de col, Atkins, comida en base al humor de la luna y lychis como colación bajé al primer piso, cuidando cada paso en las escaleras, no quería morir a medio camino de mis deseos alimenticios. Unas horas antes había sido rechazado fulminante y tajantemente por una persona que fue tema central de mis sueños por mucho tiempo, soñaba cosas dulces y, con un poco de pudor, puedo decir que hasta cosas pecaminosas. Sin embargo, al conocernos, el amor no fue mutuo. ¡Ah, que bello sería si ella me concediera aunque sea una pizca de su selectivo amor! Pero eso no sucederá, y la comida será mi aliada, mi confidant, mi muleta y mi comodín, así mi caída no será tan atroz. ¡Así que, a atascarse el gaznate con todos los contenidos de este refrigerador! Ya mañana, aunque con el bule inflado, seguiré mi lucha por encontrar a mi media naranja. Por hoy, me comeré tres. Y con chilito.