sábado, 28 de mayo de 2016

Derramé un tazón lleno de azúcar

Veía el corazón de una ciruela en el laúd, guardando polvo día tras día en un rincón abandonado por luz y atención desde hace muchos ayeres. 

estando sentado en aquel asIento de terciopelo rojo, con la seguridad que espíritus benignos y malignos rondaban por las instalaciones, donde la arquitectura color crema asemejaba el color de su alma: blanda, a merced de aquel hombre. veía su mano, y tomaba todo el poder de su voluntad, cual cuerda a punto de romperse en mil hebras esparcidas en el gris suelo, no tomarla y decirle: “te amo”. te amo, te amo, te amo, hasta que las palabras perdieran significado, lo cual, en este caso, nunca sucedería. jamás perderían significado, siempre tendrían la misma potencia y fervor, hoy y siempre. 

escucharían el órgano, escucharían el piano, escucharían la flauta; quizás esta escena fuera diferente para cada uno de ellos, quizá fuera igual. y nunca el deseo intenso de esta hipotética igualdad había dado tanto dolor, dolor que no quería apartar, era pasión humana al fin y al Cabo, pero que lo hería profundamente; y el miedo, esa barrera musgosa y quemada, de piedra antigua, enemiga de todos los hombres, invisible demonio que aparece y desaparece cual chispas de fuego de una vieja hoguera en una noche boscosa y neblinosa. 

el fuego se apagaría tarde o temprano, pero, ¿después de una fogata frucTífera o de un fuego que arrasó todo y no dejó nada? 

el misterio violeta de la duda que empequeñecía a la vez que iluminaba su corazón, nunca una duda lo dejó en el suelO, llorando cual bebé sin su teta materna. tan solo una pregunta, ¿y qué es una pregunta, si no una ausencia de certeza? esta certeza que sería, o la demolición de su arcadia, de su utopía, de su escena angelical casi jocosa con liRas, manzanas verdes, jugosas como nunca hubo, césped fresco, noche melodiosa, descanso eterno, felicidad digna solo de dioses…o el cumplimiento de lo antes dicho. ¿para qué morir e ir al paraíso, si con una certeza positiva se tiene aquí en la tierra uno, un paraíso que ni siquiera nuestros primeros padres disfrutaron, sino que tuvieron una experiencia menor? 

su compañía era la música que adoraba, las pinturas que idolatraBa, el clima que alimentaba su alma, la paz no sólo terrena, universal. un amor que transgredía dimensiones y vibRaciones. el amor que exudaba, no su persona nada más, su espíritu, su yo; era un amor que él sentía puro, su pureza de todos modos no afEctaba en absoluto su sentir, pero un amor que venía de eras atrás, bien se veía amándolo en la época de hildegarda, torturado por su amor "sodomita"; bien se veía en la época de rossolo, viéndolo a lo lejos, mientras fingía orgasmos con una mujer, jugaNdo sin ánimo con sus cuatro hijos, vendiendo enciclopedias de puerta en puerta; bien se veía en la época de los corazones arrancados, pirámides bEllas donde el sol daba a todo un aire místico, sacrificios a deidades, oro en abundancia, pero para él no significaba nada si no lo tenía a él; bien podrían haber tomado su corazón y ofrecerlo al dios de la lluvia, su corazón ya estaba tomado por otra persona antes del sacrificio.

sus ensueños eran macroscópicos. su vida encadenada, pero que cadena tan bella. nunca hubo prometeo más feliz. 

al romperSe la cadena ¿sería bendición o perdición?

martes, 1 de septiembre de 2015

Atkins


Esa noche me desperté a las tres de la mañana, después de semanas de quinoa, chia, ginkgo biloba, pescado al vapor, duros brócolis y coliflores, aguas de uso hechas con canela, albahaca, siempreviva, ayuno con té de limón, sopa de col, Atkins, comida en base al humor de la luna y lychis como colación bajé al primer piso, cuidando cada paso en las escaleras, no quería morir a medio camino de mis deseos alimenticios. Unas horas antes había sido rechazado fulminante y tajantemente por una persona que fue tema central de mis sueños por mucho tiempo, soñaba cosas dulces y, con un poco de pudor, puedo decir que hasta cosas pecaminosas. Sin embargo, al conocernos, el amor no fue mutuo. ¡Ah, que bello sería si ella me concediera aunque sea una pizca de su selectivo amor! Pero eso no sucederá, y la comida será mi aliada, mi confidant, mi muleta y mi comodín, así mi caída no será tan atroz. ¡Así que, a atascarse el gaznate con todos los contenidos de este refrigerador! Ya mañana, aunque con el bule inflado, seguiré mi lucha por encontrar a mi media naranja. Por hoy, me comeré tres. Y con chilito.